Cambio climático y salud global

Hace unos días estuve en la Cumbre Mundial del Clima, COP25, en Madrid.

Una de mis hijas me pidió que me hiciese una foto con Greta Thunberg, pero no la vi. No fue posible.

Estuve con amigos que me comentaron que el próximo año, la COP26 será en Glasgow. Allí se va a hablar más del impacto en salud del cambio climático; incluso uno de los temas propuestos es Cambio Climático y su impacto en la Salud Mental. Es muy interesante, por lo que espero poder ir a Glasgow en noviembre del año 2020. Naturalmente esta decisión es también porque allí nació uno de mis ídolos, Mark Knopfler, líder de Dire Straits. Con Greta no hubo suerte, ¿la habrá con Mark? ¿irá?

Mi visión del cambio climático está muy enfocada a su impacto en salud, a nuestra esperanza de vida y calidad de vida. Como he comentado en otras ocasiones, los humanos sólo deseamos dos cosas, vivir mucho -esperanza de vida-  y vivir felices -calidad de vida-.

El impacto en salud del cambio climático va a ser pequeño en las sociedades desarrolladas pero importante en las sociedades menos desarrolladas. Va a afectar principalmente a los países menos favorecidos. El efecto en la salud va a ser escaso en países como España, que además se va a poder adaptar con facilidad. En cambio, va a ser elevado en el África subsahariana, en el sudeste asiático y en América central y del sur.

¿Qué es el cambio climático?

Es el aumento de la temperatura de la superficie del planeta, junto con el aumento del nivel del mar, derretimiento de los polos e incremento de eventos meteorológicos violentos.

Hoy no podemos saber si además estamos inmersos en un ciclo «natural», no producido por la acción humana, de cambio climático. En cualquier caso parece claro que la actividad humana es, al menos en una parte importante, responsable de ello.

¿Hay cambio climático?

Sí, tenemos pruebas suficientes de ello.

En los últimos 130 años la temperatura media de la superficie del planeta ha aumentado 0,85 grados, el nivel del mar se ha elevado 19 centímetros, los polos se están derritiendo…

¿Por qué se está produciendo el cambio climático?

Principalmente por la actividad humana. Nuestro modo de vida y nuestras formas de producción de bienes y servicios ha conllevado el consumo masivo de combustibles fósiles, lo que ha supuesto liberar importantes cantidades de CO2 y de otros gases de efecto invernadero a las capas inferiores de la atmósfera. Esto está alterando el clima mundial.

Hace 2.000 años habitaban la tierra 160 millones de personas. Ahora la habitamos 7.700 millones de personas. Desde la segunda revolución industrial, a finales del siglo XIX, la emisión de gases a la atmósfera se ha ido incrementando de forma exponencial. Hemos pasado de sociedades agrícolas a sociedades fuertemente industrializadas.

El cambio climático está íntimamente relacionado con nuestro modo de vida: queremos desplazarnos de forma rápida y cómoda, queremos disponer de agua suficiente en todas las ocasiones, no deseamos pasar frío, ni calor, lo que significa tener calefacción o aire acondicionado, tanto en los hogares como en los espacios laborales, deseamos una alimentación diversa, segura y barata. Todo ello está bien, pero tiene un coste.

Por otra parte todo este desarrollo social y económico ha tenido un impacto positivo en la salud de las personas. Todas las mejoras socioeconómicas de los últimos años, han incrementado de manera importante la esperanza de vida y la calidad de vida. Como ejemplo, en España, en los últimos 120 años hemos pasado de tener una esperanza de vida de 35 años a 83 años. Vivimos más del doble y esto es debido a la mejora de las condiciones socioeconómicas de la población. No es por la mejora de los servicios sanitarios, aunque algo influye, un 11%.

En el siguiente gráfico vemos que España, de 1900 a 1960, pasó de una esperanza de vida de 35 años a una esperanza de vida de 70 años. La doblamos. Y en 1960 no disponíamos de un sistema sanitario como el que conocemos ahora. El desarrollo científico técnico en el mundo sanitario comenzó a partir de los años 60. Lo que más ha influido en la mejora de la esperanza de vida es la mejora del nivel socioeconómico.

Por tanto es importante que reconozcamos que el cambio climático probablemente lo estemos produciendo o favoreciendo los humanos, sobre todo los que habitamos en los países desarrollados, pero como consecuencia de un desarrollo social y económico que también ha conllevado importantes mejoras en la salud de los habitantes.

El problema, como siempre, es que las mejoras en las condiciones de vida son principalmente en los países desarrollados. El cambio climático lo estamos produciendo y favoreciendo en los países desarrollados y los efectos perniciosos en la salud lo van a sufrir, principalmente, los países en vías de desarrollo. El mayor determinante para la mala salud a nivel mundial, es la pobreza. El cambio climático, en ciertas poblaciones, va a generar pobreza. Y esto va a tener unos efectos en la salud de las personas.

En la próxima entrada hablaré de estos efectos en la salud de las personas, efectos producidos por el cambio climático.

¿Es posible un mundo saludable y sostenible?

Sí. Hay que esforzarse en minimizar el cambio climático, por justicia social. Y tenemos que ser conscientes de que esto sólo es posible cambiando nuestro modo de vida. Debemos aspirar a un mundo saludable y sostenible. Y es posible.

Feliz Navidad.

¿Los jefes tienen mejor Salud?

Hace unos días mi mejor amigo comenzó a trabajar en un nuevo puesto, con mayor responsabilidad. Trabaja en gestión sanitaria. Actualmente es más jefe.

En una comida en las que nos vimos varios amigos, algunos le decían que le iba a generar más estrés y eso no era bueno para su salud.

Pero esto no es así, es al revés: a mayor jerarquía laboral, a mayor responsabilidad, menos estrés, mayor capacidad de control y mejor salud.

Y me acordé de una investigación que se realizó en el Reino Unido (como no, los “british” son muy buenos) en los años setenta del siglo pasado. Esta investigación fue el llamado estudio Whitehall. La calle Whitehall (Whitehall Street) une la zona del Big Ben con Trafalgar Square, y está rodeada de edificios de la administración británica, edificios repletos de funcionarios. Esta zona es el corazón administrativo del país.

El estudio Whitehall

Whitehall street

Este estudio consistió en observar la salud de 17.530 funcionarios de este complejo de edificios oficiales. Estos funcionarios tenían trabajo estable y un sueldo que les permitía vivir sin precariedad económica, incluso en las categorías profesionales menos cualificadas.

Al comenzar la investigación, se clasificó a los funcionarios según su jerarquía laboral. Se decidió hacer cuatro categorías:

1. Gestores y administradores, que eran los funcionarios más cualificados.

2. Profesionales o ejecutivos.

3. Administrativos.

4. Mensajeros, conserjes y celadores, que eran los funcionarios menos cualificados

A lo largo de más de 7 años se observó la salud de estos trabajadores y si morían de enfermedad cardiovascular, principalmente de Infarto Agudo de Miocardio.

Los trabajadores tenían al inicio del estudio entre 20 y 64 años.

Tras más de 7 años se observó que los mensajeros, conserjes y celadores se morían antes que los otros tres grupos de funcionarios. A los 7 años los mensajeros, conserjes y celadores tenían una mortalidad unas 4 veces más elevada por enfermedad cardiovascular que los gestores administradores.

Y esto era gradual.

Este primer estudio Whitehall estudió sólo a hombres. Años después se realizó el estudio denominado Whitehall II, incluyendo a 10.300 funcionarios, tanto hombres como mujeres. Los resultados fueron iguales.

La conclusión es sencilla: las personas con menor jerarquía laboral, tienen peor salud.

Además se observaron aspectos muy interesantes, una vez “ajustada la edad” (al ajustar la edad de las personas en los grupos, las diferencias que puedan existir en cuanto a los problemas de salud no se pueden atribuir a la posible diferencia de edad entre dichos grupos):

La tensión arterial que tenían los individuos era similar en los cuatro grupos. Y además, teniendo la misma tensión arterial, se morían antes los profesionales menos cualificados. Por ejemplo, con una misma tensión arterial sistólica (la alta) de 150 mmHg, un 4% de los mensajeros, conserjes o celadores murieron por enfermedad cardiovascular y «sólo» un 1,5% de los gestores o administradores.

Igualmente ocurría con el colesterol en la sangre. Los trabajadores en los cuatro grupos también tenían cifras similares. E igualmente, con la misma cifra de colesterol, fallecieron más personas con profesiones menos cualificadas. Con un colesterol en sangre de 280 mg por dl, un 1,6% de los gestores o administradores fallecieron y en cambio este porcentaje fue de hasta un 10% en los mensajeros, conserjes o celadores.

El índice de masa corporal (que mide el grado de sobrepeso u obesidad, como decía en la primera entrada de este blog) también era similar.

Sólo había diferencias importantes en dos aspectos

  1. En actividad física
  2. En tabaquismo

Los profesionales menos cualificados fumaban más y realizaban menos actividad física. Y los más cualificados, al revés. Igualmente, era gradual.

Por lo que morirse antes por enfermedad cardiovascular no se puede atribuir ni a mayor tensión arterial ni a mayor colesterol en sangre. Ya decía yo en la anterior entrada de este blog que la hipertensión arterial está sobrevalorada.

Y ¿por qué ocurre esto?

A más baja jerarquía laboral, menos control sobre todos los aspectos de la vida y menos apoyo social.

Los humanos somos seres, por este orden, emocionales, sociales y lógicos. Lo que más influye en toda nuestra vida es lo emocional. Y lo que menos, la lógica.

Este estudio demostró varias cosas:

Desarmó el mito de que los altos ejecutivos están muy estresados y tienen más infartos.

Hay aspectos que apenas se miden en el mundo de la salud como el apoyo social o la capacidad de control, que influyen más en la salud que los llamados factores de riesgo cardiovascular clásicos, como la tensión arterial o el colesterol. Los altos ejecutivos tienen más recursos emocionales y sociales y por eso tienen mejor salud.

Es domingo por la tarde. Ahora un poco de Dire Straits y a celebrar el cumpleaños de mi mejor amigo. Ya fui a nadar por la mañana. Y de nuevo, God save the Queen

El riesgo de la hipertensión arterial está sobrevalorado

Como decía en la entrada anterior, un factor de riesgo es cualquier característica de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad.

Buscamos factores de riesgo porque pensamos que si los “los controlamos” tendremos menos probabilidad de enfermar.

Y cada factor de riesgo lo es para una o varias enfermedades. Por ejemplo la hipertensión arterial es un factor de riesgo principalmente para tener una angina de pecho o un infarto agudo de miocardio (infarto en el corazón) o un ictus (infarto en el cerebro). El colesterol elevado es un factor de riesgo sobre todo para tener un infarto agudo de miocardio. La osteoporosis es un factor de riesgo para tener una fractura de cadera, de vértebras de la columna o de la muñeca.

Hay factores de riesgo que son sinónimos de envejecimiento, como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la osteoporosis. A más edad más probabilidad de tener hipertensión arterial, colesterol elevado y osteoporosis.

Hay otros factores de riesgo que tienen más que ver con nuestras conductas, sobre los que podríamos actuar de forma más efectiva. Son el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la inactividad física, el comportamiento sexual no seguro, el comportamiento inadecuado en la conducción de vehículos. Aunque tenemos que tener en cuenta los determinantes sociales de la salud, para no caer en el error de pensar, de forma general, que quien es obeso, o quien no realiza actividad física, o quien fuma es porque quiere, es por una decisión totalmente libre. No es así, como comentaba en la primera estrada de este blog.

¿A qué consideramos hipertensión arterial?

Una persona tiene HTA cuando presenta unas cifras de tensión arterial de 140 mm o mayor (la tensión arterial “alta” o sistólica) o de 90 mm o mayor (la tensión arterial “baja” o diastólica). Cualquiera de las dos o las dos elavadas, indica que se tiene hipertensión. Por tanto son hipertensas las personas que tengan tensiones arteriales de 140/95 o 145/80 o 138/95…. Y normotensas (sin HTA o tensión arterial normal) personas que tengan 138/88 o 130/80…

El riesgo en tensión arterial es gradual. A más tensión, más riesgo. En el mundo sanitario clasificamos muchas cosas, la tensión arterial entre otras. Clasificamos a las personas por este aspecto y decimos que son personas con HTA o sin HTA. El límite que hemos puesto, para considerar HTA, por encima de 140/90 es un acuerdo, un consenso. Entre los humanos que no tienen HTA, tienen más riesgo los que tienen una TA de 138/85 que los que tienen una TA de 130/80. E incluso entre los hipertensos, no es lo mismo tener 145/95 que 160/110. A más tensión arterial, más riesgo.

¿Cuáles son los riesgos de las personas con hipertensión arterial?

Una persona de 50 años con una HTA de 160/110 (y sin otros factores de riesgo, esto es, que no fuma, ni tiene el colesterol alto, ni es diabético…), tiene una probabilidad de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus en los siguientes 10 años del 3%. Otra persona que tenga la tensión arterial normal, de 130/80, su probabilidad es del 2%. Estos son riesgos absolutos (en la entrada previa de este blog hablaba de los riesgos absolutos y relativos).

Si lo expreso en riesgo relativo, una persona de 50 años con HTA de 160/110 tiene un 50% más de probabilidades de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus que una persona que tenga una tensión arterial normal de 130/80. ¿Cómo he realizado el cálculo? ¿Por qué es 50%? Pasar del 2% al 3%, supone un incremento del 50%. Si un producto, en una tienda, me cuesta 2 euros y el mismo producto en otra tienda me cuesta 3 euros, la segunda tienda tiene el producto un 50% más caro que la primera.

A los pacientes hay que explicarles esto. Su probabilidad de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus se incrementa del 2% al 3% por tener HTA. Los pacientes tienen que saber que la HTA facilita tener uno de estos problemas de salud, pero hay que decirles en qué magnitud. Porque tener HTA no significa que se vaya necesariamente a tener una enfermedad (sólo el 3%, en nuestro ejemplo). Al igual que no tener HTA no significa que te libres de la enfermedad (un 2% la tendrá, en nuestro ejemplo). La razón de que ocurra esto es lo que comentaba previamente, el riesgo es gradual y la tensión arterial está muy ligada al envejecimiento. Aunque no se tenga HTA, hay riesgo.

Hemos visto el ejemplo de los 50 años, pero en las siguientes tablas vemos los riesgos de la HTA, tanto en hombres como en mujeres, a diferentes edades: a los 50 años, a los 60 años y a los 70 años.

Hablar de estos aspectos con los pacientes es fundamental, como hacemos en la vida real. Si nos proponen trabajar más y nos dicen que va a suponer un incremento de sueldo, no nos quedamos contentos con esta afirmación. Nuestra pregunta es ¿cuánto aumento de sueldo? Igual en salud: Tener HTA aumenta el riesgo para tener un problema de salud, pero ¿cuánto aumenta mi riesgo?

Vista la magnitud de los riesgos y que morirse es inevitable, y de algo hay que hacerlo, ¿no es para pensar que la hipertensión arterial está sobrevalorada?

¿Por qué ocurre esto? Porque la hipertensión arterial, al igual que otros factores de riesgo, no son más que un síntoma de cumplir años. La edad es lo que mejor predice nuestra probabilidad de enfermar.

En próximas entradas veremos que con otros factores de riesgo como el colesterol o la osteoporosis, ocurre lo mismo.

Lo importante es que los pacientes estén adecuadamente informados, se cuantifique su riesgo y se explique cómo puede modificar ese riesgo una posible medicación u otras medidas. El paciente podrá así tomar una decisión adecuadamente informada.

Es domingo por la tarde, me voy a nadar un rato, con mi Dire Straits en el mp3 acuático. ¿Qué pasará con las elecciones? Yo ya he votado…

¿Cómo percibimos el riesgo de enfermar los humanos?

El fin de semana pasado estuve en Tenerife. Estaba lleno de británicos, a la espera de su Brexit. En el avión coincidí con un ciudadano de ese país, un “british”. Iba asustado. Le pregunté por qué. Me dijo que podíamos tener un accidente, que volar es peligroso. Me quedé callado. Es difícil razonar ante el miedo.

Según los datos del Banco Mundial en el año 2018 hubo 4.233 millones de pasajeros, de los cuales murieron por accidente 556. La probabilidad o riesgo de morir en un vuelo es de 1,3 por cada 10 millones. Mueren 1,3 por cada 10 millones de pasajeros.

Virgen, Aerolínea, Cielo, Vuelo, Aire, Avión

Si quisiera hacerme millonario en un año, aseguraría el viaje a cada pasajero cobrándole sólo 1 euro por vuelo y comprometiéndome a pagar a sus herederos, si fallece en accidente, ¡¡¡5 millones de euros!!! En un año mi beneficio sería de 1.456 millones de euros (antes de impuestos, claro).

La percepción del riesgo de los humanos es poco racional. Los humanos no somos racionales, somos emocionales.

El avión nos da miedo y los humanos tendemos a maximizar los riesgos ante la emoción del miedo. Lo mismo nos pasa con la salud, con los factores de riesgo para tener enfermedades.

Riesgo es sinónimo de probabilidad.

¿Qué es un factor de riesgo en salud?

Es cualquier característica de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad.

Estar vivo es el mayor factor de riesgo que existe. Esta afirmación es muy importante, y no porque la haga yo…, que también.

Lo que subyace en la búsqueda de los factores de riesgo es que si conseguimos identificar los factores que predicen que se vaya a tener una enfermedad y “los controlamos” disminuirá nuestra probabilidad de enfermar o morir. Los profesionales de la salud nunca evitamos la muerte, la posponemos. Si la posponemos durante mucho tiempo y con buena calidad de vida, es un éxito. Vivir tiene un riesgo, inevitable, el riesgo de morir.

Tras estar vivo, la edad es el siguiente factor de riesgo que mejor predice la probabilidad de enfermar o morir. A más edad, más probabilidad de sufrir una enfermedad. Dado que la edad no se puede modificar, en algunas ocasiones decimos que la edad es un “marcador de riesgo”, en vez de factor de riesgo.  Igualmente estar vivo es un “marcador de riesgo”.

En el mundo desarrollado los otros factores de riesgo en salud que solemos tener en cuenta son la hipertensión arterial, el colesterol elevado, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la inactividad física, el comportamiento sexual no seguro, el comportamiento inadecuado en la conducción de vehículos, el nivel de estrés, el nivel de ansiedad, el ánimo bajo, etc

La mayoría de los factores de riesgo no son enfermedades, pero de esto hablaré en otra entrada de este blog.

De forma general, ¿cómo medimos los riesgos?

De dos formas, de forma absoluta y de forma relativa.

De forma absoluta:

Si realizas un vuelo la probabilidad de morir es de 1,3 cada 10 millones (o lo que es lo mismo una probabilidad o riesgo de 0.0000000013 %). Si vuelas 10 veces, será de 13 cada 10 millones ( 0.000000013 % ). En ambos casos la probabilidad de morir es muy pequeña.

De forma relativa:

Si durante un año realizas 10 vuelos tienes 10 veces más probabilidades de morirte que si realizas un vuelo. Esto, dicho así, da miedo.

Yo no juego a la lotería y la razón se basa en mis probabilidades:

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Si compro un décimo de la Lotería de Navidad en España, la probabilidad o “riesgo” (en este caso es un “beneficio”) de que me toque el premio “gordo” es de 1 por 100.000 (0,0000001 %). Si mi mejor amigo compra 10 décimos de números distintos, la probabilidad, el “riesgo” es de 10 cada 100.000 (0,000001 %). Estos son riesgos absolutos. Es muy difícil que me toque la lotería. Al igual que a mi mejor amigo.

Pero si lo expreso como riesgo relativo, mi amigo tiene 10 veces más probabilidades de que le toque “el gordo” de la lotería que a mí. Expresado así, parece que a mi amigo le va a tocar. Pero la posibilidad de que le toque “el gordo” es muy pequeña.

¿Cómo medimos los riesgos en el mundo de la salud?

Igualmente, de forma absoluta y de forma relativa.

Y también en salud, con el objetivo de que lo entiendan mejor las personas, lo importante es el riesgo absoluto, por ejemplo, ¿cuál es la probabilidad de que yo tenga un infarto si tengo hipertensión arterial?

A los profesionales de la salud nos enseñan a utilizar más los riesgos relativos que los riesgos absolutos. Por esta razón a veces nos cuesta explicar estos aspectos a los pacientes.

En la próxima entrada de este blog hablaré de la Hipertensión Arterial, ese “gran” Factor de Riesgo; del riesgo absoluto y relativo de enfermar, por tener hipertensión arterial.

Redoblante, Dire Straits, Tambores, Italia, Música

Es domingo por la tarde, me voy a nadar un rato, con mi Dire Straits en el mp3 acuático. Mientras nado pensaré lo que va a pasar con el Brexit…

Salud, sin riesgos.